Los oprimidos dedican su vida a trabajar para los opresores. Cada hora de trabajo insume un gasto de energía calórica que, en muchos casos, debido a las condiciones de miseria en la que viven los trabajadores del mundo, es difícil reponer. Así los ricos se nutren de la energía de los pobres. El Padre Sol, la principal fuente de energía de todo ser viviente de esta tierra, hace crecer los cultivos y la hierba, permite que el ganado disponga de pasturas frescas, posibilita que los frutos de la tierra prosperen. Ahí llega el opresor para, a través del gasto calórico de los oprimidos, llevarse la energía del sol atrapada en los cultivos y en los animales criados por nuestra gente. El principal problema de la Humanidad, promediando el siglo 21, será sin dudas la provisión de agua potable y de energía. No es verdad que el consumo energético sea el causante del acelerado deterioro ambiental que nos está llevando a las postrimerías de nuestro umbral de supervivencia. Si la tecnología de generación de energía fuese distinta, una que no provocase un impacto terminal sobre el medio ambiente, el consumo de energía podría nivelarse hacia arriba. Pero con la provisión de energía a través de la quema de combustibles fósiles, la vida del planeta está condenada (a no ser que reduzcamos de manera drástica el consumo de energía). La Humanidad necesita de los pozos petroleros de cuatro planetas como la Tierra para equiparar el consumo de energía de los países pobres con el de países ricos. En realidad, se trata de países ricos en materias primas, pero con pueblos empobrecidos, que sufren el robo sistemático de su energía a manos de países pobres en materias primas, pero con pueblos enriquecidos ¿Cómo se empobrecieron los primeros y cómo se enriquecieron los últimos?, pues a través de la trasferencia de energía de los primeros hacia los segundos. Fue un saqueo sistemático. Ya en tiempos de la esclavitud, el gasto calórico de esclavos mal nutridos les permitió a los europeos gozar de lujos de los que no podrían disponer por esfuerzo propio. Primero se transfirió la energía física a través de la mano de obra esclava, y como fruto de la esclavitud se transfirió la energía en cultivos, ganados y minerales. Los recursos energéticos los obtendrían del tercer mundo (petróleo, litio. Carbón, etc…), la mano de obra la obtendrían de países en donde los trabajadores consumieran poca energía (empobrecimiento calórico), y la producción final sería consumida en los países ricos ¿Qué es lo que hace rico a un país?: su consumo de energía. Los países pobres son ricos en recursos energéticos, pero no los consumen; los países ricos, en cambio, son pobres en recursos energéticos, pero se enriquecen al consumir la energía de todo el planeta. La población china del siglo 21 obtiene sus calorías consumiendo carne porcina alimentada con forraje cultivado en Latinoamérica. Ya no solo se roban la energía del Tercer Mundo en forma de combustibles: se roban hasta los nutrientes de la propia tierra. Es el imperialismo moderno y el capitalismo colonial extractivista lo que ha llevado al planeta a los umbrales de la destrucción. Lo que hace rico o pobre a un país no es contar con recursos energéticos, sino permitir que sus propios pueblos los consuman. Los nutrientes de la tierra latinoamericana y subsahariana enriquecen la dieta de europeos y chinos; los yacimientos de litio de Latinoamérica enriquecen el consumo energético de Australia y Canada; los pozos petroleros de Latinoamérica y África elevan considerablemente el nivel de vida de Europa y Estados Unidos. Es una transferencia de energía como nunca antes se vio en la historia de la humanidad. Europa consume la mitad de la energía que consume Estados Unidos, China consume nueve veces menos, la India quince veces menos, los países más empobrecidos de África: cincuenta veces menos (paradójicamente muchos de estos países que no consumen energía son productores de ella). Pero no es la quema de combustibles fósiles la única fuente de energía con la que contamos. De la energía que genera el sol, nuestro planeta recibe 430 trillones de jules por hora. Eso es el equivalente a la energía liberada por dos mil bombas de Hiroshima. La humanidad consume 410 trillones de jules por año, es decir: en un año los 8 mil millones de seres humanos que habitamos la tierra consumimos menos que toda la energía solar que llega a nuestro planeta en una hora. Un desperdicio y un despropósito. La ciencia ya tomó nota de ello, solo necesita que los gobiernos lo hagan y que en los programas energéticos se ponga el foco en nuevas tecnologías y se disponga de los recursos humanos y materiales para su aprovechamiento. Los combustibles fósiles son la única reserva de energía natural con que cuenta nuestro planeta. Deberíamos preservarla para la supervivencia de las generaciones futuras. A nuestro planeta le llevó 200 millones de años generarla. Hace doscientos mil años que el hombre moderno habita la Tierra, doscientos mil años y necesitamos solo un siglo y medio para acabar con esa maravilla natural que podría garantizar nuestra supervivencia como especie en situaciones extremas que acontezcan en el futuro. El destino de la nuestra civilización está atado al manejo que hagamos de la energía. El dios de nuestros ancestros nos proporciona en una sola hora toda la energía que la Humanidad consume en todo un año. Quizás sea hora de abandonar los mitos post-industriales y nos centremos en lo único que en realidad importa: salvar a la Tierra para salvarnos a nosotros mismos. Nosotros luchamos por la construcción de un Mundo Nuevo, pero no podremos construir un Mundo Nuevo si no salvamos a la Humanidad de su propia aniquilación. Para construir un Mundo Nuevo necesitamos salvar a la Humanidad y, hasta ahora, la estamos condenando a la extinción.
(«Material de la Cátedra Latinoamericana de Liberación»)
Encuentro Cultural para la Liberación
Concentración, extranjerización y deuda
Que tienen en común los incendios devastadores que se generan en nuestro país motivados por cambios en el uso del suelo para la agricultura y el...